¡Qué pena que beber agua no sea un pecado! ¡Qué
bien sabría entonces!
No temas ni a la prisión, ni a la pobreza, ni a
la muerte. Teme al miedo.
Todas las criaturas se sienten o pueden sentirse
satisfechas de sí mismos, excepto el hombre; lo que
demuestra que su existencia no esta limitada a este
mundo como la del resto de las cosas.
Confiad en los que se esfuerzan por ser amados;
dudad de los que sólo procuran parecer amables.
¡Ay, amor! ¡Qué mal me gobernaste! ¿Por qué un
sentimiento tan dulce me trae tanto dolor, tanto
deseo?
La razón es enemiga de toda grandeza... Las
cosas que llamamos grandes suelen salirse de lo
ordinario y como tales entrañan cierto desorden:
pues bien, la razón condena ese desorden.
Para la felicidad son menos nefastos los males
que el aburrimiento.
La felicidad está en la ignorancia de la verdad.
Cada uno es tan infeliz como cree.
No hay nada más raro en el mundo que una persona
a la que siempre podamos tolerar.
Quizá, el camino más directo para conquistar la
fama sea el afirmar con seguridad y pertinencia y,
por cuantos modos sea posible, el haberla
conquistado.
Los antepasados son lo más importante para quien
no ha hecho nada.
Las personas no son ridículas sino cuando
quieren parecer o ser lo que no son.
La vejez es mala porque priva al hombre de todos
los placeres dejándole los apetitos.
La paciencia es la más heroica de las virtudes,
precisamente porque carece de toda apariencia de
heroísmo.
El hombre no vive de otra cosa que de religión o
de ilusiones.